Tomar una decisión como esta no es sencillo, lo sabemos. Por eso, lo primero que recomendamos siempre es que analices el motivo por el que has decidido poner tu casa a la venta. Pararse un momento y pensar aporta una perspectiva más amplia.
Las razones por las que alguien como tú decide vender su vivienda son muy diversas:
Económicas. Ya sea porque me va bien y quiero una casa más cómoda o, por ejemplo, porque la hipoteca me ha quedado alta y quiero una vivienda más barata con una hipoteca más cómoda para mí.
Familiares. La vivienda nos ha quedado pequeña y necesitamos algo más amplio.
Situación. Queremos mudarnos a una vivienda mejor situada.
Otras. Puede tratarse de un reparto de herencia, contar con más de una vivienda, necesitar algo de liquidez, o cualquier otro motivo razonable.
Esas necesidades son las que nos tienen que llevar a determinar un espacio de tiempo en el deseas vender tu casa. Nuestra experiencia nos dice que, a menudo, la expresión ‘no tengo prisa’, de ser cierta, se parece más a ‘no quiero venderla’. Al principio no se tiene prisa, pero al ir pasando el tiempo cada vez nos queda menos tiempo para venderla y eso, a veces, se acaba reflejando en el precio, teniendo que bajarlo más de lo que el vendedor quisiera.
Por este motivo, si alguien no tiene prisa en vender, la mejor opción sería seguramente no poner la casa en venta y esperar al momento oportuno.